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Tú también eres responsable

En mi anterior post (“¿Hacer equipo? Conoce su poder”) y en muchos otros, se ha escrito sobre lo que tiene que hacer y no hacer un directivo o responsable de un equipo, para mantener y fomentar la cohesión de los componentes del grupo y así conseguir que la eficacia de este sea mayor.

En la mayoría de ocasiones, nos centramos en la gestión del jefe o líder, pero pocas veces analizamos las responsabilidades que tienen los propios componentes del grupo o departamento sobre el resultado esperado. Porque aunque las capacidades, actitudes y habilidades del jefe sea fundamentales, si alguno de los componentes o los componentes del grupo en general no están alineados con  la visión del responsable o la empresa será muy difícil o casi imposible llegar  a la consecución del objetivo deseado.

Los componentes de un grupo debemos tener el compromiso, profesionalidad y honradez de ser sinceros con el resto de compañeros y con nosotros mismos principalmente. Esa sinceridad basada en que cuando ocupamos un puesto determinado de trabajo lo hacemos porque:

  • Realmente nos interesa las funciones que realizamos, nos gusta, disfrutamos siendo participes del puesto que desempeñamos, y
  • Que dicho puesto es un “puente”, un paso intermedio para el lugar, desempeño, o puesto de trabajo que nos gustaría conseguir.

Dentro de estas dos posibilidades, el desarrollo de nuestro trabajo será más productivo, más eficiente, además en muchas ocasiones facilitando las cosas a los compañeros y facilitará la labor del responsable a la hora de “hacer equipo”.

Pero qué ocurre cuando no somos sinceros y ocupamos un puesto de trabajo que no nos agrada y tampoco tenemos la voluntad de irnos del puesto, debido a circunstancias estrictamente externas y no laborales (familiares, salariales, horario, etc.) :

  • Desenfocados a los objetivos.
  • No predispuestos a ayudar a los compañeros.
  • Ningún sobreesfuerzo para alcanzar los objetivos de la empresa o grupo.
  • Evasión de responsabilidades.
  • Susceptibilidad ante situaciones incomodas.
  • Falta de colaboración.
  • Transmisión de pesimismo.
  • Generador de mal ambiente.
  • Inflexible ante cambios en procedimientos y circunstancias.

Todas estas situaciones las podemos generar nosotros mismos, siendo indiferente la mayor o menor capacidad de nuestro jefe/responsable a la hora de la gestión del grupo.

Por lo que debemos preguntarnos, ¿qué  grado de responsabilidad tenemos nosotros mismo ante una mal ambiente laboral?

¿Quieres cambiar tu situación?

¿Quieres saber cómo puedes hacerlo?

No dudes en visitar nuestra página www.descubretusrecursos.com y ponte en contacto con nosotros.

 

 

 

 

 

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