Cómo escapar de ti mismo |
KAIZEN: el camino hacia el cambio
octubre 25, 2017
Atrapado por el sofá (II): En la constancia está el éxito
noviembre 15, 2017
Ver todo

Cómo escapar de ti mismo

Lunes otra vez. Hoy llegas un poco tarde, se te han pegado las sábanas, bueno has dejado que te acorralen. Cada vez tienes menos fuerzas para enfrentarte a tu trabajo: sentado delante de un ordenador cuadrando balances, haciendo informes, muchos informes y buscando siempre la dichosa consecución de objetivos.

De camino a la máquina de café, te cruzas en el pasillo con ese hombre del departamento de logística que ha decidido dejar la multinacional para irse a una pequeña empresa que se dedica a realizar rutas personalizadas por ciudades europeas. Los comentarios que has escuchado estos días sobre la decisión que ha tomado, han sido todos del mismo tipo:

–“No entiendo cómo la gente puede dejar un puesto como el suyo para irse a una empresa más pequeña”–

–“Está loco, dejar un puesto fijo para irse a la incertidumbre,  no saber qué va a pasar  cuando se le acabe el contrato”–

–“Pero si gana una pasta…”–

–“Pues no tendrá familia que atender porque si no, ¿cómo es capaz de llevarles a la inestabilidad?”–

Tú has decidido mantenerte al margen de tanta crítica gratuita porque en el fondo, si le conocieras, le darías tu más sincera enhorabuena, porque se ha atrevido a hacer algo que poca gente que tú conoces se atrevería a hacer, incluyéndote a ti mismo.

¿Cuántos años llevas haciendo cursos de cocina?, ¿A cuántos concursos te has presentado con la única inquietud de conocer, de experimentar? Y lo que es más importante,  ¿cuánto de felicidad sientes delante de unos fogones?

Cada vez oyes más fuerte esas voces, esas que te preguntan por qué sigues siendo contable, incluso tu cuerpo ha empezado a tomar carta en el asunto y se te ha empezado a enrojecer y escamar la piel de la cara, el médico te ha recetado un medicamento que no te hace mucho efecto, empiezas a sospechar que no se va a curar hasta que no tomes la decisión que llevas escondiendo desde hace mucho tiempo, esa que no te atreves ni a contártela a ti mismo, que decir ya de contársela a tu familia, realmente quieres ser cocinero.

Esta mini-historia no es real. Lo que sí es real es que existen muchas personas que encajan en alguno de los papeles de los personajes, los hay que han encontrado la forma de alcanzar sus sueños y otros aun sabiendo que seguir su sueño será lo que realmente les haga brillar, no se atreven a encender la luz que todos llevamos dentro.

Como yo, tú también habrás podido observar que a tu alrededor hay personas que desde muy pequeñas han sabido a qué querían dedicar su vida profesional, visualizaron, escucharon, sintieron desde temprana edad qué camino escoger, aman con pasión a lo que se dedican.

Hay otro tipo de personas que han descubierto su pasión digamos, un poquito más tarde. Este grupo de personas, de entre las que me incluyo, no hemos sabido interpretar las señales que nos ha ido dando el corazón, hemos antepuesto nuestras creencias a lo que de verdad sentíamos. Hemos ido en contra de nuestros valores, principalmente porque no los conocíamos, pero eso no significa ni mucho menos, que debamos continuar con una vida que ya no queremos.

Sí, te estoy oyendo, ahora mismo hablas con la pantalla de tu móvil, de tu PC o tu portátil y dices, –¡ya claro! y,  ¿qué hago con las facturas que tengo que pagar?, ¿cómo me van a contratar si no tengo experiencia en esa área?, ¿cómo dejo todo lo que me ha costado conseguir por ese sueño?, ¿qué dirá mi familia?, ¿no es demasiado egoísta por mi parte hacer algo que ponga en peligro nuestra estabilidad económica?…–

Así puedes continuar todo el tiempo que quieras, pero para asegurarte que realmente lo quieres, contéstate sinceramente a estas preguntas:

¿Qué te hace pensar que es imposible conseguirlo?

¿Depende de ti únicamente alcanzar tu sueño?

¿Qué te impide conseguirlo?

Y lo más importante, ¿Qué estarías dispuesto a dejar de hacer por conseguir ese sueño?

Si acabas de descubrir que no te parece tan descabellada la idea de poner una tienda de helados, que sólo depende de tu esfuerzo (y de un pequeño préstamos bancario J) o que lo único que te impide disfrutar de reparar vehículos es que no has encontrado el local apropiado o que ya no te importaría tanto trabajar los domingos por la mañana… HAS CONSEGUIDO ESCAPAR DE TI MISMO. Sueño concedido.

Si sigues encontrando escusas, a lo mejor no es tu momento, o no ese tu sueño, o realmente ya lo has encontrado pero no has conseguido verlo con tanta rama delante de tus ojos. En cualquier caso: tú decides.

 

Deja una respuesta