En mi anterior post (“¿Hacer equipo? Conoce su poder”) y en muchos otros, se ha escrito sobre lo que tiene que hacer y no hacer un directivo o responsable de un equipo, para mantener y fomentar la cohesión de los componentes del grupo y así conseguir que la eficacia de este sea mayor.
En la mayoría de ocasiones, nos centramos en la gestión del jefe o líder, pero pocas veces analizamos las responsabilidades que tienen los propios componentes del grupo o departamento sobre el resultado esperado. Porque aunque las capacidades, actitudes y habilidades del jefe sea fundamentales, si alguno de los componentes o los componentes del grupo en general no están alineados con la visión del responsable o la empresa será muy difícil o casi imposible llegar a la consecución del objetivo deseado.
Los componentes de un grupo debemos tener el compromiso, profesionalidad y honradez de ser sinceros con el resto de compañeros y con nosotros mismos principalmente. Esa sinceridad basada en que cuando ocupamos un puesto determinado de trabajo lo hacemos porque:
Dentro de estas dos posibilidades, el desarrollo de nuestro trabajo será más productivo, más eficiente, además en muchas ocasiones facilitando las cosas a los compañeros y facilitará la labor del responsable a la hora de “hacer equipo”.
Pero qué ocurre cuando no somos sinceros y ocupamos un puesto de trabajo que no nos agrada y tampoco tenemos la voluntad de irnos del puesto, debido a circunstancias estrictamente externas y no laborales (familiares, salariales, horario, etc.) :
Todas estas situaciones las podemos generar nosotros mismos, siendo indiferente la mayor o menor capacidad de nuestro jefe/responsable a la hora de la gestión del grupo.
Por lo que debemos preguntarnos, ¿qué grado de responsabilidad tenemos nosotros mismo ante una mal ambiente laboral?
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