

Para mí, el año no empieza en enero.
Hace años que descubrí que mi verdadero inicio de curso es septiembre 🍂. Seguro que algunos coincidís conmigo..
Es el único momento en el que logro parar algo de verdad, descansar, reconectar y replantearme qué quiero y hacia dónde voy.
Las navidades traen más ruido que claridad.
El verano, en cambio, me da algo más de tregua para fijar metas, tomar decisiones y empezar con energía renovada.
Y por eso ayer, día 1 de septiembre, me regalé una pausa antes de volver al ritmo. Una especie de “aterrizaje suave” ✈️.
Y sabes qué… me vino bien, lo hice diferente.
Te confieso algo de este verano: me costó desconectar. Me costó soltar. Me costó no abrir el correo, no tener la mente en el siguiente proyecto, no pensar en los pendientes que quedaban en la lista.
Pero también te digo otra cosa: lo conseguí.
Quizás no tanto por una decisión firme, sino principalmente porque no me encontraba al 100% de energía y tuve la necesidad de lograrlo. Y precisamente por eso me ha hecho pensar: después de muchos años, esto es lo que quiero sentir cada año.
Esta experiencia me ha llevado también a preguntarme cómo quiero llegar al próximo verano y qué necesito cambiar para no depender del cansancio extremo para frenar.
Me hice una promesa: no quiero volver a llegar así . No quiero que mis pilas se agoten hasta apagarse. Y me pregunto si quieres unirte a este reto conmigo.
Vuelvo con energía… pero no quiero perderla en un mes, para eso me voy a basar en una herramienta, que muchas veces necesitamos recordar: el equilibrio y nos puede ayudar como termómetro para conseguir el reto… porque solo nosotros sabemos si estamos equilibrados o no..
En muchas formaciones de bienestar que facilito, siempre insisto en la importancia de estar en equilibrados y de cuidarnos. Pero también reconozco que muchas veces se nos olvida aplicarlo a nosotros mismos. La clave no está en no perderlo nunca (porque lo perderemos), sino en saber darnos cuenta a tiempo y tener la valentía de volver a reconectarnos.
…te comparto una cosa, por si a ti también te pasa o puede ser uno de los motivos. Y es que he vuelto a recordar cual es el origen de mi desequilibrio: es cuando no estoy alineada conmigo misma.
Me explico. Cuando lo que pienso, lo que siento y lo que hago no van en la misma dirección., no están en armonía.. Y ahí es donde aparece la frustración, el malestar, la sensación de estar forzando. En cambio, cuando sí se cumple esa coherencia, cuando pienso, siento y actúo de la misma forma, es cuando encuentro equilibrio y bienestar.
¿Te puede pasar a ti?
Déjame ponerte ejemplos tuyos muy de nuestro día a día profesional:
Y también ejemplos más personales, donde ese desequilibrio se nota igual o incluso más:
Un profesional desequilibrado puede sacar entregables, pero un profesional equilibrado es quien realmente inspira, crea impacto y multiplica resultados. Porque trabaja desde la claridad, la calma y la coherencia.
Por eso, hoy te propongo este reto: que esta sensación de descanso no dure solo el mes de septiembre, sino que la sostengamos durante todo el año. Que no haga falta esperar al verano para recargar baterías, sino que seamos capaces de poner medios cuando ya notamos que bajamos del 50% o del 40%. No esperar a llegar a cero para parar.
¿Te unes?
Pregúntate:
¿Quieres unirte a este reto de vivir el año con más equilibrio y templanza?
#DescubreTusRecursos También cuando te cuidas, cuando te eliges. Porque ahí, también te estás liderando. ✨
Gracias por estar.
Raquel.