

¿Te ha pasado alguna vez?
Esa persona que era clave en tu equipo, que antes aportaba ideas, asumía retos y motivaba a los demás, sigue estando básicamente ahí … pero algo ha cambiado.
Cumple con sus tareas, asiste a las reuniones, pero ya no brilla. Ya no impulsa. Ya no estás.
Es tiene un nombre: la fuga de talento invisible.
No es una baja que veas reflejada en tus estadísticas, pero su impacto es enorme. Se trata de personas que siguen en la organización, pero ya no están conectadas emocionalmente.
Y lo peor es que esto no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso lento y silencioso… hasta que ya es demasiado tarde.
Esto es algo que escucho constantemente en mis formaciones. Muchos responsables me comentan frases como:
“No sé qué le pasa. Era una pieza clave del equipo, pero ya no aporta igual. No tiene la misma actitud, y me estoy desesperando”.
Lo que no saben es que, en muchos casos, esa caída en el rendimiento no es el origen del problema. Es la consecuencia.
Porque muchas veces, no es que las personas no quieran aportar. Es que sienten que ya no merece la pena hacerlo.
Uno de los mayores errores en las empresas es pensar que, mientras el equipo no renuncia, no hay problemas de retención.
Pero déjame decirte algo que he podado comprobar en las sesiones de coaching ejecutivo, cuando hablar sin filtros y desde la confianza: La fuga de talento empieza mucho antes de que alguien entregue su carta de renuncia.
Primero llega el cansancio. Después, la frustración. Y finalmente, la desconexión emocional.
Muchos siguen por comodidad, por miedo al cambio o porque no tienen energía para buscar otra cosa. Pero, ¿realmente quieres un equipo que solo está por inercia? Porque esa inercia no es estabilidad. Es una bomba de relojería. 💣
En mis formaciones, he conocido personas agotadas, desmotivadas y sintiéndose invisibles. Las causas suelen ser las mismas:
La desconexión no siempre es evidente, pero hay señales que no puedes ignorar:
Si no detecta estas señales a tiempo, la desconexión se vuelve permanente.
La buena noticia es que la fuga de talento invisible se puede revertir. Pero necesitas actuar antes de que sea demasiado tarde.
Aquí tienes algunas ideas prácticas:
Si no actúas, la desconexión se convierte en abandono. Y cuando esa persona finalmente entrega su carta de renuncia, te das cuenta de que llevaba meses o incluso años desconectada.
El coste es altísimo:
Y lo peor de todo: ese proceso es evitable.
He trabajado con muchas empresas que se enfrentan a este problema, y la solución pasa por cuidar lo que no se ve.
Si quieres evitar la fuga de talento invisible en tu organización, podemos diseñar juntos un plan práctico y realista.
Formaciones, mentoría, sesiones de escucha… Hay formas efectivas de reactivar esa chispa antes de que sea demasiado tarde.
PD No olvides: Lo más caro no es que alguien se marche… lo más caro es que se queda sin estar. 💡
Gracias por acompañarnos.
Raquel.